Decolonial Translation Group

              La importancia estratégica de las discordancias temporales

Universalismo gay, homoracialismo y “matrimonio para todos”, por Houria Bouteldja

He aprendido la lección. Y creo que por fin entiendo. Parece que las palabras son importantes. Lo son. Así es que estas son las palabras que pronuncié en el estudio del programa de television Esta noche o nunca (Ce soir ou jamais), el 6 de noviembre 2012, sobre el matrimonio gay.

"Yo no tengo opinión sobre la legitimidad o no de las reivindicaciones homosexuales, sin embargo, tengo una opinión sobre la universalidad de la reivindicación identitaria homosexual. Se los voy a contar un poco bruscamente, a mi no me concierne ese debate porque mi voz es particular y está situada desde un lugar. Hay una serie de posiciones que se han expresado aquí y en Francia, cuando se habla de este tema, sea de derecha, sea de izquierda, sea progresista o reaccionaria. En cuanto a mí, no estoy en absoluto metida ahí en ese debate. Estoy fuera de todo eso porque mi discurso se encuentra políticamente situado desde un lugar. Estoy situada en la historia de la inmigración post-colonial y en la de los barrios populares. Si se me pregunta sobre esta cuestión, ahí donde estoy, porque yo no tengo una opinión universal, ahí donde estoy yo digo, esta cuestión no me concierne. Porque si se toma un micrófono y va uno a los barrios, por ejemplo al Mirail de Toulouse, al Mas du Tauro en Lyon, a la cité del Luth en Gennevilliers y le peguntamos a la gente "¿cuáles son sus problemas?" Las respuestas espontáneamente, prioritariamente, serán la vivienda, el acoso policial, será la discriminación, el desempleo, serán un montón de problemas de la vida cotidiana, esta pregunta (del matrimonio gay) no aparecerá, se los apuesto. Esto no quiere decir que no existan prácticas homosexuales en los barrios sino que no es prioritario y que tenemos otras cosas más importantes y urgentes. La segunda cuestión es que yo no creo en la universalidad de la identidad política homosexual. Es decir, hago una distinción entre el hecho de que puede haber prácticas homosexuales efectivamente en los barrios o en otros lugares pero no se manifiestan a través de una reivindicación identitaria política. Esto que digo aquí no es universal. Y hago un poco la crítica a este debate político francés que piensa en los ambientes homosexuales mayoritarios, esto es a lo que se llama homonacionalismo y que prefiero llamar homoracialismo que consiste en considerar que cuando se está homosexual, se debe hacer un coming out (salir del armario) o todas las reivindicaciones que lo acompañan1.

Estas declaraciones han sido globalmente bien recibidas por los no-Blancos pero han atraído reacciones hostiles, más bien humillantes y bastante explícitas - que resultaron ser incluso más violentas las que surgieron en los contextos Blancos conocidos como aliados. Puedo comprender la incomprensión. Por un lado, porque el propósito es lapidario pero en una circunstancia propicia el formato de un programa de televisión no permite los largos desarrollos. ¿Los admiradores de Bourdieu y Chomsky lo ignoran? Y por otra parte, porque son escasos los ambientes Blancos – y asimilados - realmente liberados de cualquier forma de eurocentrismo. No cualquiera puede ser un blanco que “traicione a su raza”. Es un honor que se gana por mérito.

Cuando F. Taddei me invita a hablar sobre el matrimonio gay, dudo en aceptar. El tema es delicado. De hecho, tiene un consenso global entre nuestros aliados de la izquierda blanca, que está lejos de ser el caso en las filas de los indígenas [nombre designado por el estado imperial a los sujetos coloniales en Francia] estén o no organizados. Esta cuestión se aborda en forma de rechazo o de indiferencia. Como militante política, envuelta en las dinámicas de construcción, me encuentro frente a un riesgo que puede costarme caro de una parte o de otra. Pero, ¿puedo permitirme el lujo de desentenderme de esto? La respuesta es no.

En primer lugar, porque desde los últimos diez años, esta pregunta vuelve con fuerza. Se le pide dar cuenta a los indígenas en cuanto a su real o supuesta homofobia. En el plano internacional, vemos dibujarse los contornos cada vez más asumidos de una "civilización sexual" promovida por las instancias internacionales en la defensa de las minorías sexuales bajo su forma LGBT. Abundan los ejemplos: en 2004, se fundó el Día Internacional contra la Homofobia. Su promotor, Louis-Georges Tin lanzó incluso una campaña de despenalización universal de la homosexualidad con el apoyo del de Rama Yade, entonces ministra de Sarkozy. Mientras en la cumbre Commonwealth en octubre de 2011, el primer ministro británico, David Cameron amenazó con excluir de los programas de ayuda exterior británicos a los países que no reconocen los derechos de los homosexuales. En Nueva York, los líderes neoconservadores trataron de condicionar la instalación de la mezquita de la Zona Cero abriendo un bar gay para poner a los musulmanes a prueba y evaluar su tolerancia. En 2010, durante el Orgullo Gay de Berlín, Judith Butler, la intelectual estadounidense de renombre internacional, se conmovió con la instrumentalización xenófoba de las luchas LGBT. "Estamos reclutados en un combate nacionalista y militarista". Estas son sus palabras. Israel ha comprendido bien esta táctica de pinkwashing que se construye desde los últimos años con un rostro moderno y gay-friendly para ocultar la continua violación de los derechos palestinos. A nivel nacional, hemos visto una valorización exacerbada del "homo ghetto"2 o de un cierto "musulmán progresista"3 Mejor aún, Marine Le Pen (líder del Front National partido neo-facista en Francia) se ha distinguido recientemente por una preocupación insospechada por los homosexuales de los barrios. Más chusco todavía, el 7 del mayo de 2011, el movimiento de los identitarios (neo-fascistas franceses) ha llamado a un kiss-in en frente de la Gran Mezquita de Lyon para “combatir la homofobia en los países islámicos y la homofobia de una pequeña minoría de los musulmanes en Francia ". ¡Qué ejemplar!

Para volver al tema de la emisión que fue el punto de partida de este artículo, si he tenido que pronunciarme es también porque a través de esta cuestión del "matrimonio para todos", es el conjunto de la sociedad que está invitada a aprovechar esta propuesta de cambio legislativo - y no sólo las comunidades gay del mundo Blanco.

Los indígenas son un componente de la sociedad francesa, de cualquier manera. Si el asunto del "matrimonio para todos" se plantea en el debate público, entonces las organizaciones pueden considerar que es legítimo romper el silencio relativo que marcaba hasta ahora el campo de las luchas de la inmigración y los barrios populares sobre este asunto. ¡Y eso es lo que pasó!4. Las organizaciones musulmanas, situadas más bien a la derecha y algunos activistas considerados de izquierda no dudaron en dar el salto. Ellos se manifestaron el 13 de enero para llamar a la acción colectiva contra el matrimonio para todos. Este evento reunió a muchas organizaciones de derecha y de extrema derecha. Más que la ira de nuestros "amigos" blancos, es esta convergencia paradójica y peligrosa que me empuja a reaccionar.

Tal como lo decía, el tema del matrimonio gay es delicado y cuando acepté participar en el programa, incluso pisando huevos, sabía que no dudaría en sacrificar a nuestros aliados blancos y, digamos, más ampliamente la opinión blanca de izquierda acerca de la lucha de los homosexuales. Este riesgo, nosotros los indígenas de la república, nunca hemos dudado en tomarlo. La experiencia es en general beneficiosa. Lo que me importa antes que todo es la opinión indígena y sus motivaciones profundas. De tanto depender de nuestros "amigos" blancos, nos disolvemos inútilmente en un marea apolítica donde el purismo de los principios se disputa con un humanismo abstracto, individualista y liberal – a veces ingenuo por no decir negado.

Dicho esto, estoy mintiendo un poco. Como militante, me veo obligada a reflexionar sobre los equilibrios y las alternativas, si no puedo hacer la economía del sacrificio de la opinión blanca de izquierda, al menos, sigue siendo importante desde mi punto de vista y no desaparece por completo de la pantalla de mi radar. A condición de que de ambas partes, hayan definido bien el enemigo principal. Ya volveré sobre esto.

La homosexualidad y los indígenas en el campo político blanco

Por lo general, hay tres opciones para nosotros, activistas de inmigración y de los barrios populares, al abordar las cuestiones relacionados con la homosexualidad:

1 – El silencio. Es la actitud dominante: ¿una especie de pacto de no agresión vis a vis del mundo blanco motivado por una prudencia de rigor? ¿Una pregunta que no tiene sentido para nosotros? ¿Indiferencia? Probablemente un poco de todo. Para ilustrar este punto, tengamos en cuenta que los indígenas no han brillado por su presencia en las diferentes movilizaciones a favor del matrimonio gay.

2 - Una adhesión a las posiciones más conocidas de la derecha sobre la familia que en los últimos años parece hablar más abiertamente. Notemos para poner un bemol a este punto que los negros, los árabes y los musulmanes no han brillado tampoco por su presencia en las diferentes movilizaciones contra el matrimonio gay lo que me permite señalar, por una parte, que no existe verdaderamente homofobia de combate en nuestro medio y, por otra parte, que los llamados - horrorizados – de los indígenas contra “el matrimonio para todos" han reaccionado a la situación objetiva de la opinión indígena. Regresaré sobre esta cuestión.

3 - Una posición humanista y / o religiosa que desarrolla una relación de carácter paternalista hacia los homosexuales. Son criaturas de Dios así que conviene respetarlas y no violentarlas (incluso si la homosexualidad es condenada por la religión), porque sólo Dios tiene el poder de juzgar. Esta posición es probablemente la que será más "progresista". Es la expresión de un compromiso entre el supuesto umbral de tolerancia de los musulmanes y / o residentes de los barrios populares y la democracia sexual a la que se adhiere más o menos la gente de izquierda.

Resistencia a la homosexualidad como identidad social y político

Existe una cuarta posibilidad: la posición decolonial. La que no considera a los homosexuales como cachorros, una especie por proteger u honrar sino como sujetos sociales. Una posición que elabora una formulación política desprovista de una relación patológica o paternalista con la homosexualidad y que niega cualquier alineación con la agenda blanca. Estamos aquí lejos de cualquier forma de homofobia. Es incluso lo contrario. Sin embargo, esta posición difiere del movimiento gay occidental en el sentido de que niega sus pretensiones de universalismo y rechaza la premisa de una identidad política gay y lesbiana transnacional. La posición decolonial resitúa al sujeto colonial de Francia o del mundo en un espacio-tiempo y teniendo en cuenta las resistencias intra-indígenas en el marco de una sociedad racista y / o imperialista. Por ejemplo, la historia de las prácticas sexuales en el mundo del Islam, entre las cuales el homoerotismo fue encubierto por la larga noche colonial. El binarismo heterosexualidad / homosexualidad no sólo fue impuesto en las zonas donde no existía sino que fue materializado: las representaciones vehiculizadas por Occidente, lo que se conoce como orientalismo, han determinado permanentemente los términos en que los intelectuales árabes iban a debatir la sexualidad. Es por un conjunto de discursos, de diarios de viajes, reglamentos y de leyes impuestas por las metrópolis imperiales, que las prácticas homosexuales fueron desvalorizadas, prohibidas, asimiladas a los vicios, defectos o enfermedades. Desde el comienzo del siglo XX, los pensadores nacionalistas han reflexionado constantemente sobre su propia tradición literaria, civilizacional, religiosa, en el espejo de la ideología occidental del progreso. Para estos pensadores, la modernidad de la nación árabe fue también una modernidad sexual. Avanzar hacia el progreso, era también civilizar la sexualidad árabe, tener prácticas heterosexuales – las únicas legítimas a los ojos de los europeos – la norma de sus sociedades. Por el contrario, los períodos de la historia de los árabes conocidos por su tolerancia hacia las prácticas homosexuales fueron leídos como períodos de decadencia y regresión5.

Sin embargo, las formas de homoerotismo del viejo orden han sobrevivido, se mantuvieron bajo formas complejas y reconfiguradas que resisten a las formas que imponen al mundo la universalización de las normas tanto heterosexuales como homosexuales y localmente homoraciales. Sabemos que las exhortaciones realizadas por el mundo blanco y la violencia tanto simbólica como política que los acompaña producen la homofobia. La promoción de la homosexualidad como identidad política produce daños tanto sobre la experiencia de los homosexuales cuyas vidas pueden tal vez estar en peligro como en las relaciones sociales, especialmente cuando la debida protección a las minorías sexuales se convierte en una exigencia ético-política internacional para medir la madurez de la civilización de las naciones neo-colonizadas. Ha llegado el momento, de una vez por todas, de entender que el imperialismo - en todas sus formas – salvajiza al indígena: a la internacional gay, las sociedades del sur le responden con un arrebato de odio contra los homosexuales ahí donde no existía o con un resurgimiento de la homofobia ahí donde ya existía; al feminismo imperialista las sociedades del sur le responden con el endurecimiento del patriarcado y con un aumento de la violencia hecha contra las mujeres, al humanismo blanco y los derechos del hombre las sociedades del sur le responden a través del rechazo al universalismo blanco, a todas las formas de injerencia cometidas por Occidente y que sería tedioso de enumerar aquí. En fin, responden con una hostilidad creciente.

Es por ello que, de manera similar, los barrios populares responden al homoracialismo con un virilismo identitario y… siempre con más homofobia. Cualquiera que sea la fealdad aparente de las reacciones, tienen una motivación común: una fuerte resistencia feroz al imperialismo occidental y blanco y una terca voluntad de preservar una identidad real o imaginaria, o al menos una identidad que tiene consenso. Para alguien que se defina como "homosexual" o no, que tenga prácticas homo-eróticas o no, ser un sujeto colonial implica siempre ser convocado a definirse en relación con los "modelos de integración". Al abordar el tema de la "homosexualidad" en los barrios, no se puede hacer caso omiso de los mandatos para integrarse en la democracia sexual occidental y a la reacción de todos los actores de esta advertencia. Es en este sentido muy interesante leer cómo los defensores de la identidad homosexual "universal" imponen su marco de análisis en el centro de sus campañas para "salvar" a los homosexuales de los suburbios. En un artículo denunciando virulentamente mis observaciones sobre el tema mencionado anteriormente, Johan Cadirot, director de Refugio - "una asociación que acoge a las víctimas de la homofobia" - dice que no hay "menos gay "en los suburbios, sino que "están ocultos y en la negación”6. El reto consiste en convencer a los no blancos que deben identificarse como homosexuales. Esta es una opción que se ajusta a la militancia homosexual hegemónica que consiste en: la elección entre el orgullo y la vergüenza, el armario o el coming out. Esto no pone en tela de juicio la sinceridad de las personas que acuden en auxilio de quienes son perseguidos o dañados. Pero el camino al infierno está lleno de buenas intenciones. Lo que es característico de este discurso es que cualquier resistencia a las identidades LGBT se asocia con el disimulo o el encierro - cuando no es homofobia latente o explícita. ¿Cómo justificar esta asimilación de todas las sexualidades a los siguientes términos: heterosexual vs. homosexual, oculta vs. visible?

Numerosas formas de relaciones sociales sexuales fueron corrompidas por el hecho colonial. Los indígenas del mundo luchan por recompensarlas y reconstruir estos vínculos con los retazos de la historia y con las memorias sociales en peligro de extinción, no sin ambigüedad y sin entrelazamientos e interpenetración del modelo heterosexual blancO7. Este es también el caso de las reacciones hostiles a la "homosexualidad" en los barrios populares. No hay ninguna duda al respecto sobre este punto: las reacciones hostiles a la homosexualidad, los llamados a manifestarse a los lados de la derecha dura o de Frigide Barjot, son también formas de integración en la familia occidental inscrita en la identidad nacional francesa. En esta homofobia, hay al mismo tiempo integración y resistencia – una resistencia "sin dientes", para retomar los términos de Albert Memmi sobre el “racismo sin diente” del colonizado frente al colonizador.

Por lo tanto, la lucha contra el imperialismo gay y el homoracialismo contienen a la vez en sí mismos una lucha contra la homofobia y una lucha contra el racismo y la integración a las normas blancas de la "democracia sexual". Por tanto, es posible que detrás de la crítica virulenta de la internacional gay (que asumo), haya una verdadera preocupación por la protección y la integridad de las prácticas sexuales amenazadas por un orden occidentalocéntrico. Puede ser que incluso haya también un horror de la violencia causada por esta presión sobre los homosexuales y una sincera preocupación por el "otro". Así que cuando digo que la identidad política homosexual no es universal, es tal vez para proteger la práctica, para salvaguardar las libertades, pero también las vidas. La formulación de los indígenas debe por lo tanto convertirse en una alternativa óptima a los claros mandatos de los Blancos y una respuesta a una necesidad básica de los indígenas: encontrar su propia personalidad y pensar a partir de sus propias coordenadas. El objetivo es respetarnos a nosotros mismos y a nuestra relación con el mundo, rechazando a ceder ante el mundo blanco en su tentativa de universalizar las identidades LGBT o en su forma neoconservadora, hetero-patriarcal y cristiana de Europa.

Espacio-tiempos y alianzas políticas

Me puedo imaginar la confusión de un blanco de izquierda ante el incomprensible espectáculo de la división de clases. Ver a su rebaño indígena escapársele cuando él le dio tanto para orientarlo hacia los valores de la izquierda. ¿No había invertido en cuerpo y alma, largos años, dándolo todo por su compañero y en contra del Frente Nacional (FN)? Y aquí está el compañero, ingrato, que va a manifestarse con fascistas y conservadores de todo pelaje contra el matrimonio gay. El indígena sería así tendenciosamente más reaccionario que progresista.

A primera vista, sí. Si nos atenemos a una estricta lectura de clase y a la división de izquierda vs. derecha, el eslogan amorfo "la izquierda del trabajo y la derecha de los valores" refleja relativamente bien la sensibilidad indígena. Es así como se han producido en los últimos años convergencias asombrosas entre los descendientes de los inmigrantes y de movimientos de extrema derecha, como el liderado por Alain Soral, o más sutil, las adhesiones a los Villepinistas o a Modem. ¿A condición de qué esta convergencia puede ser sostenible? ¿Tiene algún futuro? No.

En primer lugar, las cuestiones relacionadas con la pertenencia de clase. Los indígenas son un componente importante del proletariado y del subproletariado francés. En segundo lugar, debido a que estos aliados circunstanciales, sea el Partido Socialista (PS), la derecha o la extrema derecha son los que producen las políticas y las leyes represivas y racistas que los mantienen en su condición de indígenas. Quienes promueven los llamados a "un debate para todos" no pueden ignorarlo. Esto crea un precedente del que serán políticamente y moralmente responsables. Por el contrario, una alianza permanente con la izquierda y la extrema izquierda es hoy en día igualmente ilusoria. En el estado actual de las cosas, sería bastante difícil hacer converger a sectores importantes de la inmigración post-colonial en un programa anticapitalista, "laico", feminista y abierto a la cuestión de los homosexuales, es decir, un proyecto "progresista”.

La palabra está lanzada: "progresista". Si existe una palabra vacía, sin consistencia, es justamente ésta. Probablemente tiene un verdadero contenido político para muchos blancos de izquierda y cubre un espectro que va desde la extrema izquierda de Mélenchon, pasando por los libertarios y otros anarquistas. Para muchos indígenas, tiene poco sentido. Y para los indígenas decoloniales incluso menos. En nuestra historia, el imperialismo, el colonialismo, el racismo y la confrontación global con el sistema republicano blanco y eurocéntrico han terminado por quitarnos cualquier creencia en este paradigma de progreso. En primer lugar, porque esta idea está estrechamente relacionada con la modernidad occidental y su falsa visión de un tiempo lineal que no puede, de acuerdo con los esquemas mentales, mas que moverse hacia más derechos, más libertades. En segundo lugar, porque el sistema colonial / racial nos impone el ritmo del "hombre blanco". El racismo ha suspendido nuestro tiempo. No podemos avanzar y mucho menos "progresar" si no se reconstruye nuestra columna vertebral. En este proceso, la prioridad es la reconstrucción del lazo social comunitario alrededor de las identidades rotas, escamoteadas pero consideradas como nuestras y auténticas. Todo lo que parece amenazar esta empresa de reconquistarse a sí mismo será rechazada intuitivamente. Inútil buscar la mano de los islamistas detrás de esta fachada conservadora. Este será el caso de las ideas llamadas progresistas como el ateísmo que estructura fuertemente a la izquierda, el feminismo o la lucha homosexual. Lo que tiene la cara de ser una reacción, es también y sobre todo una resistencia decolonial. Esto que se conoce comúnmente como la "comunidad replegada" y que nosotros llamamos "espacio-tiempo indígena", esta inconsistencia temporal que se manifiesta bajo la forma de una especie de "regresión fecunda", una ilusión de regreso, pero que en realidad es un progreso desde el punto de vista del interés global de los racializados, un momento de refundación de lo que debemos preservar frente a la injerencia blanca cueste lo que cueste. Es una cuestión de supervivencia social. "No vivimos simultáneamente", señala Sadri Khiari8.

Esto es lo que explica en mi opinión y sin equívoco la infidelidad desinhibida que aparece y que se asume en las filas de indígenas conocidos de izquierda, en otro tiempo menos audaces, y que aparecen como de derecha. Pero, sobre todo, es lo que explica la ausencia significativa de los indígenas en las movilizaciones a favor o en contra del matrimonio gay. Dije antes que los llamados contra "el matrimonio para todos" habían sobrereaccionado en relación al humor real de los indígenas y marcadamente de los habitantes de los barrios populares. La verdad, en mi opinión, es que los residentes de los barrios no tienen ninguna razón para reaccionar. No se sienten "amenazados" por el matrimonio para todos. Debido a que la ley consuetudinaria de los barrios es más fuerte que la del Estado. En otras palabras, los indígenas saben íntimamente que, incluso si el matrimonio gay fuera institucionalizado, no penetraría en los barrios populares. Para mí, esta es la razón principal de su ausencia en las movilizaciones opuestas a las promesas de Hollande. Esta es una hipótesis pero merece ser examinada. Desde el punto de vista blanco será, sin duda, la prueba que muestra que efectivamente existen "territorios perdidos de la República", mientras que desde el punto de vista indígena, esto es una demostración de resistencia increíble. Y temible.

 

Creo firmemente en esta "regresión fecunda" por su lado de la fractura racial. Es por lo que reprobaré categóricamente cualquier intento de poner en el mismo plano Civitas y UOIF, de comparar un Chaambi y Barjot sea cual sea la absurdidad de sus opciones políticas. De hecho, es una fractura racial que los (nos) separa.

Estoy en la regresión fecunda pero soy una mujer y no ignoro el poder del patriarcado indígena. No obvio, aún menos, su reorganización y su nueva energía a causa de la presión del racismo. Es por eso, con toda conciencia, que negocio con ese patriarcado9. Es lo mismo para los homosexuales, hombres y mujeres. Su experiencia en el interior de las comunidades racializadas los conduce a la necesidad de esta negociación para evitar cualquier complicidad con el imperialismo blanco del que saben que no puede más que debilitar el cuerpo social indígena ya con mal cuerpo y continuar el desmantelamiento de la familia que se convierte para los indígenas en un refugio último. La familia será así magnificada, afirmada y confirmada. El matrimonio heterosexual es así el único horizonte posible. Sobre todo porque la familia occidental, promovida por Civitas y la derecha del espectro político, sigue siendo un horizonte deseable para los no blancos en Francia. Recordemos que el “reagrupamiento familiar" es para la república un asunto de decreto y así entenderemos cómo la aspiración inmigrante a la familia es también objeto de una batalla política. Nuestras comunidades están asoladas por el desempleo endémico y la austeridad neoliberal. El declive del Estado social no existe sin reforzar la solidaridad comunitaria y familiar. Más allá de la situación económica, la familia inmigrante es el objeto de un estigma, de una indignidad simbólica, el objetivo de los pánicos morales diferentes - el "matrimonio forzado" a la poligamia pasando por los crímenes de honor. Nuestras familias son desgarradas entre el aumento del desempleo, el trabajo doméstico de las mujeres empleadas en las familias blancas, la discriminación laboral que experimentan hombres y mujeres y la descalificación escolar. En estas condiciones, ¿cómo no desear reinvertir en la familia o cómo hacer otra elección?

Los homosexuales indígenas confrontados a este dilema se encuentran frente a tres posibilidades10: el alejamiento de la familia, la distancia comunitaria, geográfica cuando pueden darse el lujo (que es raro), la sumisión al matrimonio heterosexual forzosamente acompañada de una precariedad afectiva o el matrimonio con un homosexual/lesbiana del sexo opuesto para salvaguardar las apariencias. El vínculo entre estas tres estrategias es la preservación del orden familiar, comunitario y la imposibilidad del coming out (salir del armario). ¿Identidad homosexual? ¿Reivindicaciones políticas que resultan de ello? Sin duda, una posibilidad para un pequeño número (¿a qué precio?), un callejón sin salida para la mayoría.

Por lo tanto, hay un espacio social blanco y un espacio social no-blanco que delimita cualquiera de los distintos espacios políticos. Esto plantea la cuestión de la autonomía de los espacios pero igualmente la comprensión mutua de los espacios-tiempos así como la necesaria elaboración de una estrategia política que permita, mientras algunos plebisciten el progreso y la emancipación individual y otros lo resistan, una convergencia contra el enemigo principal. Para ello es necesario ante todo que este enemigo principal sea identificado. ¿Se trata del poder imperialista capitalista, burgués y racista? ¿O de los hombres barbudos y las mujeres con velo, para algunos "reaccionarios", "sexistas", "anti-modernos" o de los movimientos progresistas, feministas, pro derechos de los homosexuales para los otros? La resolución de esta ecuación será, ante todo, en el campo de los progresistas blancos en tanto que la izquierda y los indígenas tienen un enemigo principal común y especialmente si unos y otros están de acuerdo. ¿Por qué? Debido a que los indígenas no harán ninguna concesión que les cueste su dignidad ya fuerte y arraigada porque desde un punto de vista revolucionario la prioridad debe darse a los proyectos políticos de los más débiles y de los más dominados. Creo que es ingenuo pensar a una sumisión de los indígenas a la agenda blanca. Las heridas son demasiado profundas y las condiciones sociales demasiado precarias para creer en un alineamiento de los indígenas organizados o no sobre las posiciones del progresismo blanco. Es urgente hacerle un duelo. Esto no significa la rendición pero sí el respeto de los espacios-tiempos y confianza en las dinámicas intra-indígenas que saben a menudo (cuando se les deja tranquilas) conjugarse en un contexto hostil de libertades colectivas y libertades individuales. Entendiendo aquí que "libertad" no significa en absoluto el ideal progresista (¿es esto realmente deseable?). Y, por supuesto, las reivindicaciones individuales nunca serán plenamente satisfechas. Pero el sacrificio forma parte integral de la realidad indígena. Quien no puede menos, no puede más... Nos las arreglamos. Además, el respeto del tiempo indígena, es decir, el detener las imposiciones e intervenciones en los asuntos indígenas podría también tener consecuencias positivas : la reducción de la violencia generada por esta presión y que acaba volviéndose sobre los indígenas seducidos por las atractivas sirenas de progreso, del individualismo y de la modernidad blanca que se oponen a la estructura comunitaria y a las solidaridades familiares.

Y a más largo plazo, se puede esperar que la relajación de las dos condiciones – una que obliga a identificarse como homosexual y otra que impone una heterosexualidad rígida - dejará a las personas no blancas que tengan prácticas homo-eróticas la tarea de conciliar su vida privada y su vida pública, sus relaciones afectivas y sus solidaridades familiares.

Pero ¿esta paz intra-indígena es una prioridad para nuestros “amigos” antirracistas, antisexistas, anti-homófobos y, por supuesto, antiliberales, articuladores e interseccionalistas que adoran ver el reflejo de su imagen en el espejo?

Houria Bouteldja, 12 febrero 2013



Traducido del francés por Marisa Ruiz Trejo.



 

1 Después de la intervención: "Ahora esto, esto no es cierto. Hay maneras de gestionar su homosexualidad de la manera más íntima, que no es en absoluto pública. No estoy diciendo que quienes tienen reivindicaciones se equivocan al hacerlo, digo que vivimos en sociedades en diferentes velocidades, vivimos en sociedades diferentes, todos estamos viviendo aquí en el hexágono, pero en realidad en Francia existen varias sociedades y que no vivimos en los mismos espacios-tiempo." Más tarde, añadí, cuando Paul-Marie Coûteaux abunda sobre el sentido de mi opinión, con un cierto deleite y cree avergonzarme," No, usted no me puso en una mala situación. No soporto el imperialismo gay. Entiendo que pueda haber reividndicaciones (homos), no es mi problema. Mi problema es que se impongan modelos sociedad a grupos o pueblos, modelos de emancipación que no son universales.'

2 http://www.tetu.com/actualites/france/brahim-nat-balk-dans-la-cite-etre-musulman-et-homo-est-inacceptable-15622, http://www.cherche-midi.com/theme/Homo-ghetto-Franck_CHAUMONT_-9782749109435.html

3 http://www.homosexuels-musulmans.org/accueil.html

4 http://oumma.com/15340/un-debat http://www.uoif-online.com/v3/spip.php ?article1437

5 Para este tema, ver a Joseph Massad, Desiring Arabs, University of Chicago Press, 2008.

6 http://www.streetpress.com/sujet/74580-plus-forts-que-frigide-barjot-les-indigenes-de-la-republique-denoncent-l-imperialisme-gay

7 Para el desarrollo más amplio de este tema, ver Maria Lugones, « The Coloniality of Gender », Worlds and Knowledges Otherwise, printemps 2008.

8 Para comprender la noción de « espacio y de tiempo » leer: « Nous avons besoin d’une stratégie décoloniale », Sadri Khiari dans Race et capitalisme, Félix Boggio Ewanjé-Epée, Stella Magliani-Belkacem, éditions Syllepse, 2012. Lire aussi Sadri Khiari, Pour une politique de la racaille, éditions Textuel, 2006.

9 Es una cuestión que ya he tratado en Pierre, Djemila, Dominique...et Mohamed http://www.decolonialtranslation.com/espanol/pierre-djemila-dominique-y-mohamed.html

10 http://gss.revues.org/index2366.html->http://gss.revues.org/index2366.html